Hoy asistí al templo cinéfilo para ver la producción más cara del cine mexicano basada en lo novela homónima de la poblana Ángeles Mastretta:
Arráncame la vida.
En el año de su publicación, 1985, la novela supuso un hito en el ambiente literario de nuestro país, un ambiente dominado tradicionalmente por autores masculinos en el cual Ángeles Mastretta supo irrumpir con la fuerza suficiente para que su historia alcanzase ventas suficientes para volverse loq ue hoy en día llamamos
bestseller, sino también consiguió buenas críticas y su posterior publicación a 12 idiomas. La historia gira en torno a Catalina Guzmán, quien también funge como voz narrativa de la historia, su historia, ubicada en el México postrevolucionario plagado de personajes y clases por demás arquetípicas de la época: la clase política surgida del Ejército, el caudillismo como forma de institución pública, los compadrazgos y uniones políticas, etc.
Y todo ello girando alrededor de una historia de amor típica de los años 30, la de una casi niña poblana de 15 años que se casa con un ya mayor General de 35 años, Andrés Ascencio, dando así un gira de 360 grados a su cómoda existencia provincial.
Posteriormente seremos testigos de la evolución de Catalina como mujer y de las intrigas y luchas del General Ascencio, además de la evolución política y social del país en una época crucial.
La película, vista desde el punto de los 3 ejes cinematográficos de Diego: el guión es bueno, se nota la mano de la autora, sin embargo la omisión o tijeretazo de ciertas frases hacen que las mismas pierdan cierto feeling, como cuando el General dice que los poblanos son unos pendejos, supongo que lo omitieron para no herir susceptibilidades, o cuando Carlos dice que en ese momento quiere coger, fuera de eso la historia está bien llevada, con el pequeño detalle de alterarle el final para darle más potencia al personaje de Catalina imagino yo. La fotografía deja mucho que desear, cuando se trata de una película de "época" uno espera que este aspecto sea impresionante y se cuide hasta el más mínimo detalle, sin embargo aquí es mala, por no decir pesima, tanto que en una escena de catedral a nadie se le ocurrió borrar digitalmente un graffiti moderno. Por último, la edición, otro aspecto negativo, el corte y transcición entre escenas no es la adecuada, además de notarse mucho los saltos entre las mismas, por ello me pregunto ¿en qué gastaron los 60 millones de pesos que costó la producción?.
Las actuaciones sólo son rescatadas por el excelente papel de Daniel Giménez Cacho interpretando al General Andrés Ascencio y el de Eugenia León como Toña la Negra.
En fin, Arráncame la vida es buena para ir a disfrutarla en compañía de una fémina si eres hombre, cumple con su propósito de entretenimiento pero sigue sin ser LA película que todo mundo espera del cine nacional.
P.D. Salí un tanto insatisfecho, mi expectativa era ver "pelona" a la Talancón, pero sólo se le ve el pecho, buuuu.